Llegaste calmoso, hastiado de olas.La luna, más paciente, se quedaba todavía en el balcón, distinguiendo tus pasos, celosa.
Yo presentía en la orilla del sueño.
Te acaricié con palabras, te rocié con ellas.
Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte u al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte u al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
San Juan de la Cruz
Dicen que los blogs están muriendo.
ResponderEliminarEstán mintiendo, afirmo cada vez que paso por el tuyo...
Muchas gracias, un abrazo!
ResponderEliminar