Al oír la educada llamada la muchacha volvió sus bellos ojos hacia él dudando, pues no sabía a ciencia cierta si era con ella con quien había querido hablar. El viejo recibió tanto placer de aquella mirada brillante que su enojo disminuyó.
El viejo y la jovencita. Italo Svevo

¡Qué texto tan bello! Es sorprendente cuánto puede decir una mirada...
ResponderEliminarEs que hay miradas muy valiosas... precioso y delicado texto, igual que la ilustración.
ResponderEliminarUn beso!!