los espejos de hotel nunca perdonan
y son como animales de montaña
que no aceptan el trato de los hombres.
La luz de los espejos familiares
se apiada de nosotros, sin embargo,
nos ayuda a fingir, y por afecto
o por costumbre llega a perdonarnos.
(Luis García Montero. Los espejos)
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