Al principio parecía desierto, kilómetros y kilómetros de dunas. Dunas de basura apestosa, humeante. Al cabo de un rato, a través del polvo y el humo, empezabas a ver gente trepando por las dunas. Pero era gente del color del estiércol, vestida con harapos idénticos a los desechos por los que se arrastraban.
(Lucia Berlin. Buenos y malos)

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