Con el turbante rosa, la blusa beige y las zapatillas, esta Mona era mucho más excitante que la bella, diáfana y estilizada Joyce. La casa estaba medio cerrada, en penumbra y fresca, y Cyril sintió latir su corazón más rápido que de costumbre. Pero no era la aceleración de un rato antes, no era el ritmo de la fatiga, sino otro, muy conocido, y que creía olvidado.
A mitad del recorrido. Francoise Sagan
Me ha gustado este fragmento que compartes.
ResponderEliminarBesos.
Sagan está un poco olvidada, pero sus relatos tienen alma.
ResponderEliminarGracias, un abrazo.