A Violeta le sobran esos dos kilos que yo necesito para enamorarme de su cuerpo. A mi, en cambio, me sobran siempre esas dos palabras que ella necesita dejar de oír para empezar a quererme.
Cada época tiene sus sueños, sus fantasmas. En cierto modo, podría decir que soy más adolescente ahora que antes. Ya nunca busco mi futuro en las paredes, por ejemplo, porque el futuro es esto y me fastidia desperdiciar las enfermedades dándole vueltas a la hipoteca. La fiebre es un descanso, sobre todo en plural: las fiebres.