Está en primero de la
ESO, tiene 13 años y viene al instituto porque le obligan,
porque si no lo hace se lo llevan a un centro de esos. Intento que se
comprometa en algo, pero es imposible: se niega. Ésta es una parte de nuestra
conversación:
-Estudiar no vale pa
ná, maestra.
-Pero ¿de verdad no quieres saber más? ¿no quieres aprender,
formarte, conocer más cosas?
-Pero… pa qué…si lo que se aprende aquí no vale pa ná… pa
ser carpintero, por ejemplo, ¿qué falta me hace a mí estudiar?
-Ahh... carpintero. ¿Al carpintero no le hace falta saber
calcular, medir, entender los precios, los descuentos... no tendrá que comprender un día
una factura, hacer gestiones en el banco, en el ayuntamiento…?
-Sí claro eso sí… pero ¿y naturales, pa qué sirve naturales?
-Pero… cómo… precisamente ¿no tendrá un carpintero que saber
cómo son las maderas que utiliza, de dónde vienen, cuáles son sus propiedades?
-Sí, sí… ¿y los pistilos? ¿y los estambres?
Esto último me lo dijo ya casi gritando, sorprendido de que no lo comprendiera. Salvando la distancia, la muchísima distancia, recordé el final de La lengua de las mariposas.