Fingía que se volvía, pero iba conociéndola poco a poco: los pies para empezar, con los que sus ojos tropezaban aun entornando los ojos; luego una rodilla cuando, se desliza bajo las sábanas; después el pecho, con sus pequeños y rígidos senos, cuando cada mañana metía el rostro en la palangana.
Germinal. Émile Zola
1 comentario:
Bueno, ya veo que hasta de una lectura para el trabajo se puede sacar algo aprovechable...
Un saludo
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