Usted mismo debe saber -continúa el doctor en voz baja y pausada- que en este mundo todo es insignificante y falto de interés salvo la suprema expresión espiritual de la inteligencia humana. La inteligencia marca la frontera insalvable entre el animal y el hombre, intuye la divinidad de este último y, en cierta medida, suple una inmortalidad que no existe. Partiendo de ahí, la inteligencia es la única fuente posible de placer. Pero nosotros ni vemos ni oímos la inteligencia a nuestro alrededor, o sea que estamos privados de placer. Es cierto que están los libros, pero en absoluto es lo mismo que una buena conversación o el trato con la gente. Si me permite usted hacer una comparación no muy lograda, los libros son las notas y la conversación el canto.
El pabellón número 6. Anton Chéjov
2 comentarios:
que maravilla!!! buenos días capitán! h
Tiene que ser muy primitiva esa inteligencia para que sólo ella, y no más cosas, nos produzca placer. Si darse un baño en una playa al atardecer (con la potencial consecuencia de sentirse un dios, haciendo referencia a la divinidad del texto) supone ser inteligente o poseer inteligencia, pues entonces sí.
Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu
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