Cara de sirena. Alejandrina Pérez
La vi en una de esas visitas de amistad -encuentros, se llamaban- que jóvenes polacos hacían a las delegaciones extranjeras. Tenía la cabeza perfectamente redonda y dorada y era pequeñita, ágil, fina y de un perfil tan delicadamente dibujado que daba miedo mirarlo con insistencia, no fuera a usarlo y demolerlo la mirada.
Bárbara. La palabra del mundo. Julio Ramón Ribeyro, 1972
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