Dino Valls
Tenía el semblante encendido hasta la raíz de los cabellos, las ventanas de la nariz se le habían dilatado bajo una fuerza interior, transpiraba visiblemente y se mordía los labios. Su barbilla se proyectaba hacia adelante en señal de batalla y en sus ojos pude distinguir con inquietud aquel relampagueo de apasionamiento incontrolado que generalmente se observa tan solo en los jugadores de ruleta cuando después de doblar la apuesta seis o siete veces seguidas vuelve a salir el color que no han elegido.
Novela de ajedrez. Stefan Zweig, 1941
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