Y ella se me acercó esbozando una sonrisa crispada para distraer la mirada que yo tenía fija en mi padre, pues estaba concentrando en él un alud de preguntas y evidencias, de credulidad y de consternación que tensaba la piel de mis mejillas y me daba la sensación de que una oleada de agua fría me iba anegando hasta el cuello.
La historia de mi hijo. Nadine Gordimer
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