Con un mohín de gozo
Transitando nuevas sendas lo abrazó por la cintura como si fuera un tesoro. Él se quedó inmóvil, como esculpido en yeso. No respiraba. La amante inclinada levantó la mirada y se encontró con un mohín de gozo absoluto. El instinto guió sus besos por la más osada de las veredas hasta que él se desplomó en la cama, boca arriba.
Condimentos del amor. Manuela Canela
No hay comentarios:
Publicar un comentario