martes, 30 de agosto de 2022
Sapore di sale...
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Velamen:
Buenos días Capitán,
LOS BESOS,
Poesía,
TRAVESÍA
domingo, 28 de agosto de 2022
Porque si
PORQUE SI. Porque cada estrella
trae su noche prendida
en su temblor de seda.
Porque si. Pedro Pérez-Clotet
Velamen:
Buenos días Capitán,
Pedro Pérez-Clotet,
Poesía
viernes, 26 de agosto de 2022
lunes, 22 de agosto de 2022
miércoles, 17 de agosto de 2022
jueves, 11 de agosto de 2022
lunes, 8 de agosto de 2022
¿Te he dicho que te adoro?
Rosa, mi corazón,
mi latifundio,
mi campo de amapolas,
mi arroyuelo,
mi torreón de mirlos,
mi rocío,
mi noche de verano,
mi proyecto al fresco de la tarde,
mi ola,
salta, salta a mis brazos.
Deja que revuelva un poco tu cabello,
mientras pienso en la colmena oscura,
con las mieles ya colmadas de agosto,
y el murmullo de las abejas.
Corazón, mi Rosa, te adoro simplemente.
¿Te lo he dicho?
XII. Cantos a Rosa. Antonio Muñoz Rojas
Velamen:
Buenos días Capitán,
José A. Muñoz Rojas,
Poesía
sábado, 6 de agosto de 2022
Los motivos del lobo (REEDICIÓN 18-6-15/6-8-22))
La playa de Portugal. Laura Vinader
Los motivos del lobo es un precioso libro, un libro-joya, que llegó a mis manos gracias a mi querida amiga Mª José, a la que ahora despido rumbo a otras aventuras. Joan Margarit es uno de mis poetas favoritos: adoro sus versos, su prosa y su conversación. Es arquitecto, catedrático de Cálculo de estructuras, y escribe versos y hace las dos cosas a la vez y al mismo tiempo (él lo ha dicho, que muchos de sus poemas se fraguan al mismo tiempo que calcula o visita obras). Me encanta que números y versos salgan de la misma cabeza, me reafirma en mi rechazo contumaz a la separación entre ciencias y letras. Me gusta también porque escribe a la vez en catalán y en castellano. Y también porque siempre, en todas las entrevistas que he oído o leído, siempre reivindica la cultura para un futuro mejor, personal y social. Nunca se le olvida poner ese grano de arena, así por ejemplo en la entrevista del pasado martes 16 en El País:
Por eso debemos preparar a nuestros hijos con lecturas, armarles con la herramienta de la cultura, para que cuando la precisen, la lleven encima.
Sus poemas son tiernos y feroces a la vez, claros y directos, imposible no dejarse tocar por ellos porque nos trastean el alma y nos ponen a galopar el corazón. Los recomiendo porque hablan de nosotros, de sentimientos de todos los días, de gente que sufre y ama, que goza y vive como cualquiera.

La mujer ha aparcado en una calle
junto a la arena.
Baja del coche y, sin prisa,
saca y despliega la silla de ruedas.
Después, coge al muchacho,
lo sienta y le coloca bien las piernas.
Se aparta unos cabellos de la cara
y, mientras siente como ondea su falda,
va empujando la silla de ruedas hacia el mar.
Entra en la playa por el pasadizo
de tablas de madera que, de pronto,
a unos metros del agua, se detiene.
Muy cerca, el socorrista mira al mar.
La mujer alza al chico:
lo coge por debajo de los brazos
y, de espaldas al agua, va arrastrándolo
mientras los pies inertes del muchacho
dejan dos surcos tristes en la arena.
Lo ha llevado muy cerca de las olas
y lo deja en la arena para volver atrás
a recoger el parasol y la silla de ruedas.
junto a la arena.
Baja del coche y, sin prisa,
saca y despliega la silla de ruedas.
Después, coge al muchacho,
lo sienta y le coloca bien las piernas.
Se aparta unos cabellos de la cara
y, mientras siente como ondea su falda,
va empujando la silla de ruedas hacia el mar.
Entra en la playa por el pasadizo
de tablas de madera que, de pronto,
a unos metros del agua, se detiene.
Muy cerca, el socorrista mira al mar.
La mujer alza al chico:
lo coge por debajo de los brazos
y, de espaldas al agua, va arrastrándolo
mientras los pies inertes del muchacho
dejan dos surcos tristes en la arena.
Lo ha llevado muy cerca de las olas
y lo deja en la arena para volver atrás
a recoger el parasol y la silla de ruedas.
Estos últimos metros. Siempre faltan
los malditos, terribles metros últimos.
Estos te romperán el corazón.
No hay amor en la arena. Ni en el sol.
Ni tampoco en las tablas, ni en los ojos
del socorrista, ni en el mar.
Estos últimos metros
son el amor. Su soledad.
los malditos, terribles metros últimos.
Estos te romperán el corazón.
No hay amor en la arena. Ni en el sol.
Ni tampoco en las tablas, ni en los ojos
del socorrista, ni en el mar.
Estos últimos metros
son el amor. Su soledad.
Joan Margarit
jueves, 4 de agosto de 2022
No soy de ésas
Un día de verano. Berthe Morisot
No soy de ésas de carácter irritable.
Yo tengo sosegado el corazón.
Safo
Me conmueve la belleza de un verso,
me inspira, me da alas,
apacigua mi día.
miércoles, 3 de agosto de 2022
Salvamento
Al menos, puso la mano izquierda en medio de los dos, como quien arroja un cabo al mar, y allí la dejó inmóvil, a pesar de que el escay le producía escalofríos. Nadia comprendió y, sin hacer movimientos bruscos, se desplazó al centro, le cogió el brazo por la muñeca, se lo pasó por la nuca, descansó la cabeza en el pecho de él y cerró los ojos.
La soledad de los números primos. Paolo Giordano
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