Vivimos malos tiempos para ser alcalde. Han pasado de gestionar millones de euros procedentes de las licencias urbanísticas, a administrar deudas. Se han convertido en unos pedigüeños y no tienen dinero ni para nóminas ni para levantar aceras ni para dar subvenciones ni para ferias ni para otros aderezos de la gestión. Sencillamente, se aburren en sus despachos sin proyectos faraónicos que levantar, sin edificios emblemáticos que construir y lo que es peor, sin institución con la que enfrentarse, sí, como todo hace indicar, tras las generales y las autonómicas, los gobiernos terminan siendo de su mismo partido. ¿Con quién pelearse a partir de ahora? ¿A quién se le echa la culpa de lo que pasa?
El tedio del poder. José Manuel Atencia
1 comentario:
Si cuando eran buenos tiempos (para enriquecerse), algún alcalde hubiera dado con sus huesos en el trullo, tal vez ahora no serían tan malos....
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