Alphonse Mucha
El último botón no quiere atravesar el ojal. No quiere y no quiere. Pues no lo fuerzo más y que se me vea un poquito el escote. Le gustaba mi escote. Cuando estaba triste se inclinaba y hundía la nariz en mi pecho, para inhalar algo de calma, decía, para olvidarse de todo lo que no fuera piel, caricia, calor húmedo. Se agachaba porque soy bajita. Y cerraba los ojos y me olía como si hubiera estado fuera durante meses...
El baile
Luz Gabás
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