miércoles, 13 de septiembre de 2006

Paradero desconocido

Se oye el teléfono, pero no hay nadie en casa. Ya no vive en la ciudad. Oyen el timbre los retratos, las mesas, el sofá, un poco hundido por su lado, los visillos, las tazas de café, limpias, colgadas con sus platos; unos lápices, tal vez alfombras, y el cepillo de dientes. No huellas, no desorden, pocos libros
El teléfono termina de sonar: un ruido mecánico me dice que no insista…
Boceto para momento de héroe. Julia Uceda

No hay comentarios: