Esta es la historia de una amante sin igual: Justine.
La recibía siempre en lunes.
Justine llegaba temprano, vestida como le había indicado.
La despojaba de las ropas que tan costosa y primorosamente se había procurado. La perfumaba ricamente, mientras aspiraba los rincones de su piel.
La recibía siempre en lunes.
Justine llegaba temprano, vestida como le había indicado.
La despojaba de las ropas que tan costosa y primorosamente se había procurado. La perfumaba ricamente, mientras aspiraba los rincones de su piel.
Cada lunes estrenaba un larguísimo foulard de seda, azul, rosa, turquesa, violeta...
Con él la ataba y cegaba al mismo tiempo. La dejaba sola. Puedo asegurar que Justine goteaba de placer, dejando un rastro de seda en sus piernas. Entonces, la besaba tiernamente en la boca y la guiaba con dulzura a la habitación...
Antes de despedirse, Justine recibía las instrucciones exactas para el próximo lunes.
Yo, añadía el penúltimo velo al dosel de mi cama.
5 comentarios:
¿Algún ingeniero textil por aquí para contarnos a qué se debe la maravillosa sensación que da la seda al rozar nuestra piel?.
(Y no digamos una mucosa).
Que sensual....
esperando el lunes .
Besos
Tu, es que ya notas la primavera !! =_O
abracitos de alcachofa
Que bien te sientan los domingos...
Mil y un besos.......
Y los deliciosos seis días de espera...
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