La escritura es una especie de enfermedad contagiosa que los libros transmiten a quienes los frecuentan en exceso. Todos los lectores contumaces están expuestos a ese contagio, y en distinta medida todos lo sufren, aunque algunos lo desconozcan y otros, por prudencia o timidez lo oculten. El lector químicamente puro no existe; en su interior hay siempre un escritor latente o agazapado que a veces despierta de su letargo y se abalanza sobre parientes y amigos creando en la mayoría de los casos (hay admirables excepciones) situaciones de pánico o de desolación.
¿Por qué escribo? Ángel González
3 comentarios:
Tan cierto que yo padezco el bien de leerte...
Mil noches...y un beso
Cuanta razón...Buen finde.
Leemos para encontrar esas admirables excepciones.
Pero cuando llegamos al punto de necesitar leer todo, aunque la lectura nos provoque desesperación o pánico, es entonces cuando empezamos a escribir.
Es ahí donde ya no tenemos salida.
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