La educación necesita tiempo, cocción a fuego lento que diría un maestro de cocina. Sin embargo, si en ella hay algo estable, es el continuo cambio legislativo.
A los que nos encontramos ya en edad de releer, nos faltan dedos para enumerar el sinfín de reformas que nos vienen fatigando desde parvulitos hasta ahora, que somos nosotros los que enseñamos.
El largo plazo de la educación nada tiene que ver con el corto plazo político: las opciones de gobierno no trabajan en pactos de calidad, sino en cambios de oportunidad.
El penúltimo debate se desarrolla en torno a una asignatura nueva (los cambios nunca van más allá de quitar o poner, sumar o restar carga horaria), Educación para la ciudadanía. ¿Es fundamental para la formación de nuestros alumnos? Lo será mientras los promotores lleven el timón; en cuanto el barco gire, será absolutamente prescindible. Me temo que una evaluación seria no podremos hacerla nunca, porque no contaremos con lo que sí que es básico y necesario para formar criterio: el tiempo.
Y con lo último que comercian nuestros políticos es con el respeto dentro de las aulas: si el alumno tutea o ustea, si se levanta o permanece sentado cuando la profesora llega...
Nos quedamos de nuevo en lo superficial, en un concepto de respeto anticuado, formalista. El auténtico respeto, el respeto que se llama dignidad, lo perdimos todos cuando convertimos la educación en una mercancía, en otra más de las muchas que hay en el mercado.
A los que nos encontramos ya en edad de releer, nos faltan dedos para enumerar el sinfín de reformas que nos vienen fatigando desde parvulitos hasta ahora, que somos nosotros los que enseñamos.
El largo plazo de la educación nada tiene que ver con el corto plazo político: las opciones de gobierno no trabajan en pactos de calidad, sino en cambios de oportunidad.
El penúltimo debate se desarrolla en torno a una asignatura nueva (los cambios nunca van más allá de quitar o poner, sumar o restar carga horaria), Educación para la ciudadanía. ¿Es fundamental para la formación de nuestros alumnos? Lo será mientras los promotores lleven el timón; en cuanto el barco gire, será absolutamente prescindible. Me temo que una evaluación seria no podremos hacerla nunca, porque no contaremos con lo que sí que es básico y necesario para formar criterio: el tiempo.
Y con lo último que comercian nuestros políticos es con el respeto dentro de las aulas: si el alumno tutea o ustea, si se levanta o permanece sentado cuando la profesora llega...
Nos quedamos de nuevo en lo superficial, en un concepto de respeto anticuado, formalista. El auténtico respeto, el respeto que se llama dignidad, lo perdimos todos cuando convertimos la educación en una mercancía, en otra más de las muchas que hay en el mercado.
5 comentarios:
Una reforma seria, que no se quede en tonterias como el tuteo...
Miedo me dan los contenidos de educación para la ciudadania. Imagino que las clases prácticas las habrán planteado con la inestimable ayuda de padres y madres.
Y algún curso de reciclaje de adultos, que buena falta hace..
Uff....si me suelto la melena y me lio a protestar, me suspenderan antes de implantar la asignatura...
Usté vera, Señó Ministro..
Bien dicho.
Un cordial saludo.
Se limitan a llenar de conocimientos la cabeza de los alumnos y eso no es educar. Educar es enseñar a pensar. Falta eso.
Amiga...estoy de acuerdo con lo que dices en el post.
Tienes un hermoso blog.
Sabes?...estoy promocionado a un amigo poeta, si quieres pasa por mi blog, y si puedes votar te lo agradezco.
Un fuerte abrazo
Una reforma seria...para que en diez años la tengan que volver a rehacer.
No, nos engañemos en el fondo la mayoría de la gente no quiere que sus hijos aprendan, solo quieren que saquen mejor nota que el vecino.
Feliz Martes.
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