Tenía la extraña costumbre de visitarnos en nuestras viviendas. Cuando visitaba a alguno de los profesores, se sentaba en silencio con la vista fija en algún sitio, como si tratara de descubrir alguna cosa. Permanecía así, sin abrir la boca una hora o dos y entonces se marchaba. Eso lo llamaba "mantener buenas relaciones con los colegas", y bien claro estaba que le era penoso ir a visitarlos y estarse sentado allí de ese modo, y que hacía visitas porque las consideraba como una obligación para con sus colegas.
El hombre enfundado. Antón Chéjov
1 comentario:
Lo debió leer en un manual de buenas costumbres.
Lo que no sé, es porque se saltó la parte en la que tiene que abrir la boca y hacer un intercambio comunicativo...
Fuera bromas, un texto muy especial.
Un saludo
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