La puerta se abrió sólo unos centímetros. Una cadena gruesa tensó la rendija. Al verme, Raquel intentó cerrarla, pero yo ya me había apoyado contra la hoja para impedirlo. Sus ojos verdes y viejos se agrandaron. Me miraba horrorizada.
Los ojos que miran. Esteban Betancour
2 comentarios:
me encantan los textos que compartes con nosotros..
un bsito.
Muchas gracias, preciosa. En primer lugar, los cuelgo aquí para tardar más en olvidarlos, para que ese instante que me ha gustado tanto me dure un poquito más y, luego, si me ha cautivado a mí ¿habrá alguién más a quien le guste? Ya veo que sí y eso me encanta.
Un besazo y gracias por estar ahí.
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