Pesaban el cuerpo unos minutos antes de morir. Pesaban el mismo cuerpo unos minutos después de morir. Una simple sustracción matemática debía indicarles el peso del alma. Pienso en ello, ahora, mientras sostengo el libro nuevo entre las manos, las palabras todavía untuosas como las plumas de un pájaro recién nacido. Y me pregunto si, una vez leído, también pesará menos. Como un cuerpo cuando pierde el alma.
Pesaban el cuerpo... Gemma Gorga
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