Al oír la educada llamada la muchacha volvió sus bellos ojos hacia él dudando, pues no sabía a ciencia cierta si era con ella con quien había querido hablar. El viejo recibió tanto placer de aquella mirada brillante que su enojo disminuyó.
El viejo y la jovencita. Italo Svevo
2 comentarios:
¡Qué texto tan bello! Es sorprendente cuánto puede decir una mirada...
Es que hay miradas muy valiosas... precioso y delicado texto, igual que la ilustración.
Un beso!!
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