La necesidad de usar máquinas era tan imperativa, desde el punto de vista de los propietarios de las mismas, cuyos medios y situación en la sociedad dependían de ellas, que cargó al trabajador con un peso especial: el deber de consumir productos de la máquina, mientras que imponía al fabricante y al ingeniero el deber de inventar productos suficientemente deleznables y efímeros para que fuera necesario sustituirlos rápidamente por otros.
Técnica y civilización. Lewis Mumford
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