Inma Díaz
Vivimos una pandemia que no cede; más al contrario, se recrudece día tras día y asistimos estupefactos a una escalada que no sabemos hasta dónde nos llevará. Nuestro mundo cotidiano ha sido recortado en múltiples aspectos, y aunque las precauciones nos mantienen callados y cautivos mucho más de lo que quisiéramos, la posibilidad de una mayor restricción nos eriza la piel y añade un velo de tristeza a nuestra vida, otro más.
Sin embargo, también en el desastre se aprende: la incertidumbre vital nos hace valorar cada día más la familia y la amistad, porque al final, como al principio, el amor es lo que merece la pena vivir, lo único que importa de verdad.
Saludos desde la selva.
por el que venías
a acompañarte de mí
cada tarde.
Que ningún viento borre el camino. Gloria Fuertes
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