Diana. Francois Boucher
El invierno se llevó sus sandalias de cinta; ocupaban ya tal protagonismo en mi universo que me inquietaba su ausencia ¿Qué será de mí sin esas sandalias fetiche? Luna ha pasado toda la mañana mimándolas una a una, envolviéndolas en papel de seda de colores −cómo lo ha encontrado es un misterio, yo creí que ya no se vendía este tipo de papel− antes de ponerlas en sus cajas, despidiéndose de ellas hasta la próxima temporada. Yo la veía hacer; he tardado mucho en escribir la columna de hoy porque he tenido que interrumpirla una y otra vez... Tenía mucho miedo de que las sandalias se llevaran también mi deseo.
Pero Luna me enamora cada día. Es sabia, es una diosa.
Cuando ya creí que no saldríamos de casa hoy, se ha puesto guapísima, me ha hecho arreglar a toda prisa.
− Rápido, rápido, que van a cerrar.
Hemos recorrido todas las mercerías del centro buscando, palpando, escogiendo las medias que a ella y a mí nos han parecido exquisitas.
Pero Luna me enamora cada día. Es sabia, es una diosa.
Cuando ya creí que no saldríamos de casa hoy, se ha puesto guapísima, me ha hecho arreglar a toda prisa.
− Rápido, rápido, que van a cerrar.
Hemos recorrido todas las mercerías del centro buscando, palpando, escogiendo las medias que a ella y a mí nos han parecido exquisitas.
1 comentario:
Exquisito texto, Capitana.
Volver a leerte es recuperar un rato de calma para mi disfrute, a puerta cerrada, con cafe y pitillo.
...o de como sentirse en casa al entrar a visitarte...
B x C
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