Sol radiante, cielo azul limpísimo, sin una nube.
Temperatura de gozo.
Pero en Madrid Ángel González ha muerto.
Cruzas por el crepúsculo.
El aire
tienes que separarlo casi con las manos
de tan denso, de tan impenetrable.
Andas. No dejan huellas tus pies.
Cientos de árboles
contienen el aliento sobre tu
cabeza. Un pájaro no sabe
que estás allí, y lanza su silbido
largo al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color: es como el eco
del mundo. Eco distante
que tú estremeces, traspasando
las últimas fronteras de la tarde.
Bosque. Ángel González
3 comentarios:
Qué lindo homenaje, Índigo. A veces la naturaleza no camina acorde a nuestros sentimientos.
Precioso.
Besos
La pérdida de un gran artista, sin duda.
Y precioso tu recuerdo para él. :)
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