En el tuareg. Gonzalez Uribe
Cuando el patio estaba ya casi sumido en la penumbra, miré a Pepe. su piel de indio parecía contener toda la luz que quedaba en el ambiente; sus ojos chatos, de astucia animal, brillantes, como arrasados por las lágrimas, contemplaban exclusivamente a Dolores. Y de pronto, con un leve sobresalto, me di cuenta de que no tenía celos de ella sino de él.
Otras voces, otros ámbitos. Truman Capote
4 comentarios:
La vida te da sopresas, sorpresas te da la vida ;).
No me extraña .....
besos
Truman Capote, barriendo siempre para casa. eh? :-)
Breve, pero intenso !!! :-)
Besitos, capitana, mi capitana
Truman se cayó del armario :)
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