El sistema sigue prometiendo amplias recompensas materiales y ofreciendo a los trabajadores la posibilidad ilusoria de aproximarse al "nivel de vida" de las clases privilegiadas a través de la carrera del consumo. Pero cuando aquéllos llegan a acceder a ciertos consumos que antes eran privativo de éstas, cuando se generaliza el consumo de agua embotellada, aumenta el consumo de carne o el uso del automóvil, es cuando curiosamente aparece una degradación de la calidad del agua corriente, o una pérdida en la calidad dietética de los alimentos, que exigen cada vez más el consumo de agua embotellada o el aporte proteínico adicional de la carne, no ya como un lujo caprichoso sino como una nueva necesidad creada por el sistema, lo mismo que la enorme extensión de las ciudades y la construcción de viviendas inhóspitas o alejadas de los centros de trabajo, empujan muchas veces al uso del automóvil como una nueva exigencia y no como un lujo de las clases privilegiadas, a pesar de su ineficacia como medio de transporte generalizado.
La economía en evolución. José Manuel Naredo
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