Leibniz era algo mezquino en cuanto al dinero. Cuando alguna dama de la corte se casaba, acostumbraba a hacerle lo que él llamaba un "regalo de boda", consistente en máximas útiles que terminaban con el consejo de no abandonar el lavado ahora que había conseguido marido. La historia no nos dice si las novias quedaban agradecidas.
Historia de la filosofía. Bertrand Russell
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