Giuseppe Mariotti
Existe un paisaje interior, una geografía del alma; nos pasamos la vida intentando descubrir sus contornos.
Éste es el bellísimo comienzo de Herida, de Josephine Hart, un libro impactante, tanto por el asunto del que trata, una pasión avasalladora y terrible que da al traste con más de una vida, como por la manera de relatar la historia, con frases certeras como dardos imposibles de replicar. Lo leí por primera vez en el 99 y, de nuevo, hace unos meses; me ha impresionado más que antes. Creo que es un libro necesario que hay que leer, porque nos hace pensar sobre cómo somos íntimamente y cómo vivimos: ¿somos lo que queremos?
¿Puede este párrafo dejar indiferente a alguien? Desde mi punto de vista es irreprochable. Y tan cierto que da escalofríos.
La salud mental depende esencialmente de la reducción del campo de visión; de la habilidad para seleccionar los elementos vitales de supervivencia dejando de lado las grandes verdades. Así, el individuo vive su vida diaria sin prestar atención al hecho de que nadie le garantiza el mañana. Se oculta a sí mismo que la vida es una experiencia única que concluye en la tumba; que todos los instantes de la vida son tan únicos como su principio y su final. Esta ceguera facilita un patrón de conducta en el que apoyarse, y pocos de los que se lo cuestionan sobreviven. Como es lógico. Si los hombres analizaran cada día la realidad de su propia muerte, las leyes de la vida y las de la sociedad se les antojarían irrelevantes.
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