Le melancolía inglesa nos contagia enseguida. Es una melancolía ovejuna, atónita, una especie de desconcierto vacío, en cuya superficie flotan las conversaciones sobre el tiempo, las estaciones, todas las cosas de las que se puede hablar largo y tendido sin llegar al fondo de nada, sin ofender y sin ser ofendidos, un largo y leve zumbido de mosquito.
Elogio y lamento de Inglaterra. Natalia Ginzburg
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