La señora le miró con una expresión socarrona y Edu sintió que le ardían las mejillas. Enseguida, un nudo en la garganta que le impedía tragar. No entendía por qué le hablaba así, como si quisiera aprovechar aquella visita para avergonzarle, y buscó sus ojos con un gesto de desesperación en el que sin embargo ella no reparó.
(Gustavo Martín Garzo. Marea oculta)
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