El giro emocional que está experimentando la educación es un giro orbital de los adultos alrededor del frágil yo del niño. Por eso me cuesta cada vez más esfuerzo convencer a los que me quieren escuchar de que el conocimiento riguroso posee el valor de una experiencia moral. La comprensión de un problema geométrico, por ejemplo, nos permite descubrir una verdad eterna, admirable, ante la cual no soy el medidor, sino el medido. En la escuela, la razón común enmudece ante las opiniones, competencias, emociones y, en suma, ante el yo del niño. Pero sigo creyendo que la mejor manera de cuidar de nuestra alma es proporcionándole experiencias de orden, comenzando por conocimientos rigurosos.
(Gregorio Luri)
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