Hoy se sabe que el laissez faire ha sido el laissez faire de quienes detentaban el poder económico para originar una concentración creciente del mismo, para vincularse entre sí e implantar, en suma, el monopolio y no la libre competencia; para hacer del Estado un instrumento servil a sus intereses y no ese ente neutral que preconizaba el liberalismo; para extender nuevas relaciones de dependencia impidiendo la proliferación de individuos libres, independientes e iguales propugnada originariamente por el liberalismo y, finalmente, para exacerbar entre los individuos la frustración del consumo, del poder o del éxito, con sus claras connotaciones sadomasoquistas, y no hacia la búsqueda del placer, mediante la satisfacción racional de las necesidades propias del homo economicus.
La economía en evolución. José Manuel Laredo
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