Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella
tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y
cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era
tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella
tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y
cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era
tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Hay títulos que atraen cual imanes; es el caso de, siguiendo con García Márquez, La increíble y triste historia de la cándida Erénderira y su abuela desalmada, o también, Ojos de perro azul.
Otros títulos rebelan desde las primeras líneas su compenetración con el libro, como ocurre con El viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda. En cambio, el que leo ahora solo en las últimas páginas se comprende el porqué de su nombre, La sed, de Georges Simenon, lectura muy interesante y de factura muy distinta a la que nos tiene acostumbrados su autor.
Todos los recomiendo, desde luego, incluso este que también tiene título sugerente, Grandes pechos, amplias caderas, de Mo Yan, al que leímos en grupo y del que acabamos un poco hartos, hasta renombrarlo como Gran pestiño, amplio coñazo, con perdón.
Leed, leed, leed, leed...
2 comentarios:
Simenon es un autor interesante, oculto a veces en la hojarasca de su propia fama y de su más que abundante producción...
De Cien años...qué decir...da para cien años de literatura la novela sola...
Feliz veranito.
Ya leemos, ya leemos. Lo que sí has hecho ha sido ponerme en canción con "Cien años de soledad" que, para mi vergüenza, todavía no he leído. Aunque eso tiene cura...
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