Este libro nos deja enseñanzas para toda la vida, es una joya al alcance de todos los públicos: pequeños, jóvenes, maduros y mayores. Esta obra constituye un clásico de la literatura infantil, pero gana el
corazón tanto de niños como de adultos que se conmueven con su lectura.
En él se comunican temas realmente delicados como lo son el sentido de la vida, la amistad, el amor y los valores.
En este relato, el autor se figura a sí mismo perdido en el desierto del
Sáhara, después de sufrir un problema con su avión. En ese momento se
hace presente un pequeño príncipe. Mediante las conversaciones con el
principito, el autor deja ver su propia visión sobre la estupidez humana
y sobre la franca sabiduría de los más pequeños. Piensa que la mayoría
de las personas pierden esa sabiduría al crecer. Y así es casi siempre, la pérdida de la inocencia atonta y cierra muchas veredas al placer de descubrir.
Las ilustraciones, del propio Saint-Exúperi, son de una belleza conmovedora, que añaden dulzura al texto, enriqueciéndolo mágicamente.
Lo he leído muchas veces y siempre me ha conmovido: lo considero un libro imprescindible.
Como caído del cielo. Rocío
Durante largos años vi golpear la
magia de la lluvia en las hogueras,
en los tejados
amaneciendo como libros abiertos o
palomas,
como corazones abiertos de par en par,
sin sutura.
Largueza del instante. Javier Pérez Walias
5 comentarios:
Ese libro que se suele tener pendiente, en mi caso es éste.
Y no sé si de mayor....
Apúntate, léelo, nunca es tarde.
Un abrazo.
Lo tengo en mi mesita de noche junto a Siddhartha, son mis referentes desde los 15 años...
Gracias. Una entrada preciosa.
Saludos 🌞🌱
Me alegro por ti y por tu mesita, gracias, un abrazo.
El Toy folloso falso, el del primer comentario, ataca de nuevo.
Casi imposible encontrar una moto MiniMarcelino para sacarse una foto en blanco y negro montado en ella, como también lo es un nick tan evocador como el que me ha ursupado.
repixescuca@gmail.com es mi correo desde el que puedo mandar la foto del nick sin recortar para autentificar mi queja.
(A sus órdenes mi capitana, no volveré a indisciplinarme en su aclamado blog).
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