Juan Sánchez Cotán
Los sábados por la noche siempre cenábamos lo mismo en Pencey. Lo consideraban una gran cosa porque nos daban un filete. Apostaría la cabeza a que lo hacían porque como el domingo era día de visita, Thurner pensaba que todas las madres preguntarían a sus hijos qué habían cenado la noche anterior y el niño contestaría "Un filete". ¡Menudo timo! Había que ver el tal filete. Un pedazo de suela seca y dura que no había por dónde meterle mano.
(J.D. Salinger. El guardián entre el centeno)
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