Penelope Dullaghan
Hubo una época en que de verdad amaba los libros, amaba verlos, olerlos y tocarlos, es decir, al menos los que tenían un mínimo de cincuenta años. Nada me daba más placer que comprar un montón por un chelín en una subasta en el campo… Pero en cuanto empecé a trabajar en la librería, dejé de comprar libros. Vistos en masa, cinco mil o diez mil juntos, los libros se volvieron insípidos e incluso un poco asquerosos.
George Orwell
Que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.
Don Quijote
7 comentarios:
Yo aun estoy en la etapa de que los amo.
saludos
Así andamos, buscando el termino medio entre amar los libros y diez mil volúmenes. Buen finde.
Pues va a ser que si....
Besos
Comparto, en parte, la opinión de Orwell. Trabajé durante siete años como librera y esto cambió mi percepción del libro. Hasta entonces lo había considerado de manera individual, por ser una fuente de cultura y una espuela para mi imaginación. Pero al dedicarme a venderlo, desapareció el vínculo íntimo y se convirtió en mercancía. Ahora que escribo, la perspectiva ha vuelto a cambiar. Veo sus entrañas y me parece más prosaico. Pese a todo, no he dejado de amarlo.
Saludos.
Pasa como con casi todo. Los hay bueno y los hay malos.
Los buenos No empachan. Al contrario, no te cansas de comértelos.
Coincido.
Por eso me alegra no trabajar en una librería.
Puedo seguir oliéndolos y tocándolos.
Eso nos pasa en todo ámbito de cosas, por eso es pecado la gula
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