Para hacerme a la mar prefiero la mañana, esa hora en la que el sol se decide por fín a bañarme. Hoy sin embargo éramos demasiados compitiendo en el mismo mar y en la misma ruta. La velocidad media de crucero no ha superado los 24 nudos. Tres horas de tortuguera travesía que no merece más de la mitad.
Casi desapercibida la escala a deshoras: también en tierra las aguas andaban revueltas, y no por mi tardanza.
Y, ya en puerto, continúo con el agua, si no al cuello, al menos a la cintura: los sanitarios piden a gritos una visita del fontanero. Puntual, no ha sido necesario el salvavidas, aunque sólo hemos firmado una tregua. Mañana o pasado continuará esta batalla.
Tu mar, mi Capitán, será más ancho y más ajeno, pero este timón de lunes también ha tenido sus cositas.
Casi desapercibida la escala a deshoras: también en tierra las aguas andaban revueltas, y no por mi tardanza.
Y, ya en puerto, continúo con el agua, si no al cuello, al menos a la cintura: los sanitarios piden a gritos una visita del fontanero. Puntual, no ha sido necesario el salvavidas, aunque sólo hemos firmado una tregua. Mañana o pasado continuará esta batalla.
Tu mar, mi Capitán, será más ancho y más ajeno, pero este timón de lunes también ha tenido sus cositas.
2 comentarios:
Vamos....faltaría más¡¡
Como si no tuviera riesgo la lavadora, el tendedor y la plancha, pasando por alto al fontanero, que parece siempre amotinado....
A mi, en cuestiones domesticas, veo los peligros del mar en una palangana...
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