Endstation. Joachim Lehrer
Un hombre nace en un tren, en un vagón de segunda. Es amamantado con la leche que proviene de las diferentes estaciones en las que el tren se detiene. El hombre crece, aprende las cosas triviales, aunque necesarias, que lo atan a la realidad concreta, pero nunca abandona el tren. Lleva una existencia tranquila sin hacer nada más que mirar por la ventana, hasta que el bichito del amor empieza a cavar su madriguera entre su piel y la camisa. El hombre descubre entonces que posee un desconocido don. Puede evitarse cualquier tipo de complicación existencial por el mero hecho de apearse en la siguiente estación y tomar el tren en sentido inverso. Puede repetir esta treta salvadora cuando quiera, en cuanto la menor dificultad amenace con trastornar su tranquila vida de viajero.
Un hombre nace en un tren, en un vagón de segunda. Es amamantado con la leche que proviene de las diferentes estaciones en las que el tren se detiene. El hombre crece, aprende las cosas triviales, aunque necesarias, que lo atan a la realidad concreta, pero nunca abandona el tren. Lleva una existencia tranquila sin hacer nada más que mirar por la ventana, hasta que el bichito del amor empieza a cavar su madriguera entre su piel y la camisa. El hombre descubre entonces que posee un desconocido don. Puede evitarse cualquier tipo de complicación existencial por el mero hecho de apearse en la siguiente estación y tomar el tren en sentido inverso. Puede repetir esta treta salvadora cuando quiera, en cuanto la menor dificultad amenace con trastornar su tranquila vida de viajero.
Desencuentro puntual. Luis Sepúlveda
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