Los salarios del trabajo dependen generalmente, por doquier, del contrato concertado por lo común entre estas dos partes, y cuyos intereses difícilmente coinciden. El operario desea sacar lo más posible, y los patronos dar lo menos que puedan. Los obreros están siempre dispuestos a concertarse para elevar los salarios, y los patronos, para rebajarlos. Sin embargo, no es difícil de prever cuál de las dos partes saldrá gananciosa en la disputa, en la mayor parte de los casos, y podrá forzar a la otra a contentarse con sus términos. Los patronos, siendo menos en número, se pueden poner de acuerdo más fácilmente, además de que las leyes autorizan sus asociaciones o, por lo menos, no las prohíben, mientras que, en el caso de los trabajadores, las desautorizan. No encontramos leyes del Parlamento que prohíban los acuerdos para rebajar el precio de la obra; pero sí muchas que prohíben esas estipulaciones para elevarlo. En disputas de esa índole los patronos pueden resistir mucho más tiempo... A largo plazo, tanto el trabajador como el patrono se necesitan mutuamente; pero con distinta urgencia.
No me hagas más sufrir no hagas más penar que si quieres bogar dime que sí dime que sí. Que si me dices que sí ay que sí, será mi felicidad y el que navega por ti siempre a tu lado estará. Siempre a tu lado estará toda la tripulación, y tú la gobernarás desde la proa al timón.
Sólo los individuos, no los grupos u organizaciones, toman decisiones y realizan elecciones entre diversos cursos de conducta. Los mercados tienen nombres y apellidos.
Esta pintura es en realidad un boceto presentado por Daumier (1808-1879) a un concurso convocado para dar una nueva imagen de estado a la segunda república francesa proclamada el 25 de febrero de 1848. El lema del concurso era “la figura pintada de la república”. Aportan sus bocetos más de setecientos candidatos, entre ellos Daumier que resultó en décimo lugar, pero al no participar en la fase final, el cuadro permaneció para siempre en boceto.
Este óleo sobre lienzo se conserva en el Musée d’Orsay.
!Pero qué tímido era aquél hombre! Una noche, al marchar para casa, advirtió su presencia al otro lado de la calle. Continuó caminando despacio, sin mirar a su alrededor, pero con los rabillos de los ojos vueltos hacia atrás como las orejas de un conejo, esperando que él la seguiría.
Consumir (se necesite o no lo que se compra) produce riqueza. Al menos hasta que llegue otra crisis financiera (por otros despilfarros) y todo vuelva a empezar.
La mente parece menos milagrosa cuando se ve cómo puede haberse formado a partir de distintos elementos y cómo sigue dependiendo de esos elementos. Una mente humana al desnudo (sin papel ni lápiz, sin hablar, sin comparar anotaciones, sin hacer esbozos) es, en primer lugar, una cosa que no hemos visto nunca. Cualquier mente humana a la que hayamos dirigido nuestra atención (incluyendo de manera muy especial la propia, a la que miramos "desde dentro") es un producto no sólo de la selección natural sino de un diseño cultural repetido una y otra vez de enormes proporciones. Resulta bastante fácil ver porqué una mente parece milagrosa cuando no tenemos idea de todos su componentes y de cómo se fabricaron. Cada componente tiene una larga historia de diseño, a veces de miles de millones de años.
Pesaban el cuerpo unos minutos antes de morir. Pesaban el mismo cuerpo unos minutos después de morir. Una simple sustracción matemática debía indicarles el peso del alma. Pienso en ello, ahora, mientras sostengo el libro nuevo entre las manos, las palabras todavía untuosas como las plumas de un pájaro recién nacido. Y me pregunto si, una vez leído, también pesará menos. Como un cuerpo cuando pierde el alma.
Inseguros de sus propias voces, incapaces de cantar una canción, llevan consigo un gramófono o un transistor incluso a una merienda en el campo, temerosos de enfrentarse con el vacío y la inercia de sus propias mentes, encienden la radio y comen y duermen con el acompañamiento de un continuo estímulo del mundo externo: ahora una banda de música, ahora un poquito de publicidad, después un poco de chismorreo llamado noticias.