Le nom des fleurs. Franciene Van Hove
Sin rostro todavía, me fijo en ella. Me llama su estilo impecable y sexi. Una gorra de cuero negro la esconde y resalta a la vez. Se paran a saludarla. Es entonces cuando reconozco su abierta sonrisa. Caigo en la cuenta de que no la veía desde el curso pasado. Anda rebuscando en las estanterías de internacional. Se sienta frente a mí unas mesas más allá; consulta, toma notas. La sala de lectura está prácticamente llena y hace calor. Con gesto perezoso, o cansado, no sé bien, se saca la gorra... ¡oh, es como si se hubiera desnudado para mí! La sorpresa y el deseo se agolpan en mi garganta: se ha cortado el pelo: cortísimo. Me olvido de procesal, del examen y de todo. Sólo quiero estar, no delante, sino detrás de ella, mirando sin descanso su nuca.