
Callaron. El placer asomaba a los dedos de Mathieu. Bajó lentamente su mano, la pasó por la espalda de Marcelle, y ésta entornó los ojos; vió él sus negras y largas pestañas. La atrajo hacia sí: no era que la desease en aquel instante, sino más bien el capricho de ver aquel espíritu reacio y esquivo fundirse como pedazo de hielo al sol.
La edad de razón. Jean-Paul Sartre
No fue un sueño,
lo vi:
La nieve ardía.
Ángel González
... nieva suavemente la aurora del deseo...
Javier Lostalé