María Hergueta
Quiero pensar que el
artilugio electrónico no hará desaparecer el libro de toda la vida,
aunque reconozco que compro menos libros que antes, pero no porque
haya sustituido la pantalla por el papel, sino por otros motivos. Lo
que sí tengo claro es que no todos los ejemplares tienen la misma
posibilidad de supervivencia, al menos en mi biblioteca. Desde hace
años compro tres tipos de libros.

Un grupo de ellos está
formado por los llamados libros para devorar; libros, no diré de
usar y tirar, pero casi: compro la historia en la edición más
barata del mercado, libro de bolsillo, fácil de transportar, de poco
peso y poca durabilidad. Así he leído
Mi color favorito es verte o
Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión,
por ejemplo. Su compra obedece a un impulso mezclado con la necesidad
de distraerse con algo fácil, fresco y joven.
Hay otros libros que los
compro por deseo de saber, para hacerme pensar, como La vida bajo
escrutinio o La estética del s. XVIII. En este grupo entrarían los
estudios, ensayos, manuales, etc. Casi nunca me defraudan.
Y por último, están los
libros bellamente encuadernados, mimados en su presentación, con ilustraciones conmovedoras, de los que, una vez vistos, es
difícil separarse de ellos y devolverlos a su estante como si no hubiéramos
sentido nada. Uno de ellos, de precioso título, es
Noticias felices en aviones de papel,
del maestro Juan Marsé, magnífica y dulcemente ilustrado por
María Hergueta, amor a primera vista. Todo en él es exquisito. Es un
regalo excelente para cualquier edad. Tenerlo cerca calienta el
corazón.
Federico Zandomeneghi
...la felicidad íntima
que me provoca el libro de Marsé. Se publica en una hermosa edición,
ilustrada por María Hergueta con mano figurativa, elegante y
pacífica.