
Se dedican al comercio. Compran, venden, hacen de intermediarios, especulan. Cuentan, no paran de contar y recontar, menean la cabeza, se pelean. Decenas, cientos de tiendas permanecen abiertas de par en par, y sus mercancías, lanzadas a la calle, cubren las aceras. Telas, muebles, lámparas, ollas, espejos, abalorios, juguetes, arroz, jarabes, especias... todo. Delante de una tienda, se sienta el hindú de turno en su silla y, con un pie apoyado en el asiento, no para de hurgarse los dedos del mismo.
Yo, el blanco. Ryszard Kapuscinski