viernes, 26 de junio de 2015

Un cuarto propio

Este libro es una preciosidad. Las primorosas ilustraciones de Becca Stadtlander le aportan una ternura especial. La mimosa traducción de Jorge Luis Borges es claramente superior a otras que he ojeado. Y hasta el prólogo, de Kirmen Uribe, añade ternura a esta joya.

Es un libro necesario y útil, reflexivo, un repaso a las dificultades que encuentran las mujeres, todas, para escribir, una denuncia elegante y sosegada de la desigualdad, una reivindicación del entendimiento hombre-mujer.

Se le entrego como regalo de despedida a mi querida amiga Mª José con la que he compartido casi veinte años de trabajo, lecturas y todo lo que la buena amistad obsequia. Destaco, especialmente para ella, esta hermosa frase de Virginia Woolf:

“Piensa sólo en el salto, le imploré, como si hubiera apostado a ella todo mi dinero; y saltó como un pájaro”.




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