La envidia no puede ser entre personas que no se conocen apenas, no se envidia al de otras tierras ni al de otros tiempos, no se envidia al forastero, sino a los del mismo pueblo, no al de más edad o al de otra generación, sino al contemporáneo, al camarada. Y la mayor envidia, entre hermanos, por algo es la leyenda de Caín y Abel. Los celos más terribles, tenlo por seguro, han de ser los de uno que cree que su hermano pone ojos en su mujer, en la cuñada, y entre padres e hijos. Decididamente, la envidia es una forma de parentesco.
(Miguel de Unamuno. Abel Sánchez)
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