Cervantes en el Palacio Beniel. Vélez-Málaga. Inma Díaz
Durante el verano, para que no le molestáramos, nuestro padre nos obligaba a leer el Quijote por turnos sentados en un banco del taller. Aquel modo de entrar en contacto con la obra de Cervantes fue un desastre. Cuando podíamos, nos escapábamos a la calle.
(Juan José Millás. El mundo)
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